Desde que nacemos, nuestro entorno sonoro condiciona de manera decisiva la forma en que tejemos nuestros vínculos afectivos. La música nos pone en contacto con nuestros ritmos internos y con el mundo que nos rodea.
Estudios neurológicos, que se vienen realizando, han logrado comprobar científicamente que los componentes de la música (el tono, la armonía, la frecuencia, la melodía y el ritmo) afectan al cerebro de diferentes maneras y, en consecuencia, pueden tener un efecto positivo sobre nuestra salud. De qué modo?