Leyendo curiosidades por ahí, como suelo hacer, encontré este caso que me hizo reflexionar sobre cuántas veces, pensando hacer lo mejor por un hijo, se puede estar causando un verdadero mal. Por casos similares a este es que muchas veces los psicólogos recibimos en nuestro consultorio a niños superados por presiones y agendas (casi de adultos) que los enferman y que les impiden hacer lo que deberían: poder jugar.
Si bien esto ocurre en Estados Unidos y en el seno de una familia evidentemente de buenos recursos, nos sirve para reflexionar sobre las presiones que cada uno de nosotros puede estar poniendo sobre nuestros hijos. Expectativas desmedidas, sobrecarga de actividades... Cuántos padres terminan obsesionándose por la competitividad?
Sin darnos cuenta y queriendo asegurarles un buen futuro, los privamos de un presente pleno en el que el aprendizaje debe estar incluído dentro de lo lúdico. El juego, para los niños, es salud.
Queremos hijos superdotados o con salud mental?
1 comentario:
Holla,Me Disfruta su pagina,muy informativo, Te falta sólo un botón de traducción el resto tudo ok!
Adios
excusa mi horrible espanol!
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