El 15/10/11 el diario Clarin publicó una nota (Victoria De Masi es la autora) que me parece que puede servirnos para reflexionar y replantearnos que nos está pasando con el uso de la tecnología.
Les extracto aquí parte de esa publicación:
¿Qué le dijo un BlackBerry a otro? En los último tres días, nada”. En menos de 140 caracteres un twittero se rió de alrededor de un millón de argentinos que sufrieron intermitencias en el servicio entre el martes y el jueves . En gran parte del mundo ese celular súper tecno que usan 70 millones de personas sirvió como cualquier modelo viejo: sólo para realizar llamadas, recibirlas o enviar SMS. Todo eso que lo pone al frente en el rubro smartphones – navegación por la Web, chequear mails, o usar la mensajería por Internet– desapareció por 72 hora . Lo que dejó es una horda de gente que se sintió a la deriva, que pensó que el mundo giraba y ellos se quedaban quietos con un aparato inteligente, pero inerte, en la mano.
La incertidumbre y desesperación de los usuarios creció al ritmo del silencio de la empresa. Que hubo un atascamiento de datos, que el tráfico acumulado bloqueó el resto de los servidores, que la red pudo haber sido hackeada. Excusas que no importaron: el “estamos trabajando para usted” no alivió a nadie.
¿Dijimos desesperación? No, mejor hablemos de angustia.
Las “no” funciones del BlackBerry despertaron la angustia de muchos.
Angustia y desesperación frente a la desconexión. Desconexión de qué?
No tendríamos que preguntarnos qué nos ocurre que nos angustia no poder entrar a la web o a nuestro correo electrónico y ya no nos angustia y parece no importarnos aquello de lo que nos desconectamos cuando nos conectamos virtualmente???
Tal vez nos sirva para reflexionar de qué nos estamos perdiendo aunque estemos conectados con la tecnología.
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