Hoy quiero plantear un tema que me parece que puede
resultarles de interés; más aún si genera que, luego, puedan mirarse
interiormente, realizar una introspección.
Muchas veces nos ocurre que estamos atrapados en situaciones
que nos perturban y el sentimiento es que no podemos salir, no podemos cambiar.
Repetimos aunque no nos parezca lógico o beneficioso. Algunos dicen: “me
voicoteo”, “se que hacer eso (x cosa) no me sirve pero no puedo evitarlo”.
Para comenzar a entender un poco esto que nos sucede psíquicamente,
oportuno es hacer la distinción entre aquello de lo que somos concientes (lo
que pensamos, lo que nos parece lógico o no) y lo que nos mueve
inconcientemente (no sabemos de eso que nos impulsa a repetir aunque
lógicamente lo creamos negativo).
Dicho esto, podemos ahora entender que lo que hacemos o
decimos tiene siempre un propósito. Lo sepamos o no (seamos o no concientes)
hay un por qué o un para qué, un motivo. Entonces, aquello que nos puede
parecer ilógico de repetir o sostener por que concientemente no lo aprobamos,
por otro lado cumple una función. Debemos saber que inconcientemente hay una
“ganancia” o un “beneficio”.
Les doy un ejemplo de la clínica:
Una mujer joven se encuentra en una relación de pareja
negativa, que la hace sufrir día tras día. Pero le resulta imposible darla por
terminada aunque una parte de si cree que sería la mejor decisión. Por qué no
puede producir el corte? Trabajando en su terapia, comenzaron a aparecer esos
motivos inconcientes que la condicionaban: no se sentía merecedora del amor de nadie, se sentía mala.
Desde pequeña se le había dicho que tenía muy mal carácter, que todo sucedía
por su culpa y que nunca iba a encontrar a alguien que la soportara. Eso (entre
otras cosas), había hecho que sus relaciones tuvieran siempre ese carácter
tortuoso en donde soportaba hasta puntos inimaginables, no podía cortar (ni
siquiera cuando la relación ya estaba terminada) y vivía reprochándose que todo
era su culpa por no ser lo suficientemente buena. Esa terrible profecía familiar
la tenía atada. El temor a quedarse sola y a sentirse responsable comandaba. Se
quedaba porque, sin saberlo, sentía que “ganaba” más si tenía un hombre a su
lado.
Ahí queda planteado el dilema: sufrir en la relación, sufrir
por terminar la relación o sufrir por no estar en una relación de pareja.
Frente a situaciones como ésta (y estoy segura que c/u
tendrá un ejemplo similar) cabe reflexionar sobre los precios que estamos
dispuestos o no a pagar. Tengamos en cuenta que, de un modo u otro, siempre hay
que pagar y siempre se pierde al tiempo que se gana. Digamos que es una
cuestión de evaluar “costos (el precio a pagar)- beneficios”.
Tratar de llegar a “eso” que nos mueve desde el fondo, a lo
que nos domina, a nuestros miedos, nos dará un poco de autoconocimiento y así
tendremos una herramienta importante para intentar llevar nuestras vidas hacia
donde realmente queremos. Más livianos, sin tantas ataduras.
Sabiendo, conociendo, podremos decidir.
1 comentario:
Es verdad en cualquier elección siempre existe una ganancia y una pérdida, pero considero que en algunas de las situaciones donde digo que hago las cosas sin saber porque, es porque me es más cómodo justificar mis actos a una costumbre, a ese "no sé porque"; que trabajar en el autoconocimieto puesto que implica ser conciente y por lo tanto responsable de mis actos, pero creo que aquí aplicaría decir "el autoconocimiento nos hará libres", quiza implique más esfuerzo pero será una vida hecha por mis propias decisiones y no por el azar.
Publicar un comentario