Se miró en el espejo una vez más. Como tantas. Pocas veces lo hacía por vanidad. Más bien se diría que constituía un ejercicio de introspección; un diálogo con su alma, con su interior.
Definitivamente, sólo su alma sabía... ¿Cuánto tiempo llevaba en el ejercicio de vivir ?¿Mucho? ¿Poco?...Seguramente lo justo, lo necesario. Ahora sabía que, desde siempre, había estado un poco más allá. Viviendo y también muriendo. Pero no era un conocimiento pretencioso. Simplemente, convivía como una certeza muy en su interior. Tal vez por eso no se aferraba: sabía...
Miró sus ojos, su pelo fino, sus canas, sus arrugas. El paso del tiempo había sido benévolo. O, tal vez, se había ido acostumbrando a esa imagen reflejada, a fuerza de aceptar, de reconciliarse con cada una de esas penas y alegrías que habían dejado huella.
Sonrió; se sonrió. ¡Misión cumplida!. Finalmente, sólo había tenido un objetivo: sentir que había luchado por ser feliz.
Definitivamente, sólo su alma sabía... ¿Cuánto tiempo llevaba en el ejercicio de vivir ?¿Mucho? ¿Poco?...Seguramente lo justo, lo necesario. Ahora sabía que, desde siempre, había estado un poco más allá. Viviendo y también muriendo. Pero no era un conocimiento pretencioso. Simplemente, convivía como una certeza muy en su interior. Tal vez por eso no se aferraba: sabía...
Miró sus ojos, su pelo fino, sus canas, sus arrugas. El paso del tiempo había sido benévolo. O, tal vez, se había ido acostumbrando a esa imagen reflejada, a fuerza de aceptar, de reconciliarse con cada una de esas penas y alegrías que habían dejado huella.
Sonrió; se sonrió. ¡Misión cumplida!. Finalmente, sólo había tenido un objetivo: sentir que había luchado por ser feliz.
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