Con el sucederse de las generaciones y los cambios culturales y sociales algo sucedió de repente (o no tanto) y ciertas palabras pasaron a ser sinónimo de malas palabras: límites, autoridad, roles, etc.
Muchos son los factores, como dije, que tuvieron que ver con este devenir. Inclusive, la vulgarización de la psicología tuvo bastante que ver.
En nuestro país, al igual que en otros de Latinoamérica, los golpes de estado y la instalación de una cultura represora en la que muchos nos desarrollamos, colaboró en que la llegada de la esperada democracia fomentara el pasaje de un polo a otro. Libertad y libertinaje se transformaron en un continuo.
Queriéndolo o no, hoy sufrimos de las consecuencias de los límites que no llegaron en el momento adecuado. Y mucho más lo vienen sufriendo nuestros niños y adolescentes.
Ustedes no se imaginan cuánta gente joven escucho en mi consultorio lamentándose de que sus padres no les hayan puesto los límites adecuados y los hayan dejado hacer sin restricción!!!! Sufrieron por no tener un freno. Y muchos lo encontraron, lamentablemente, dándose la cabeza contra la pared en temas demasiado serios. El descontrol absoluto se erige como rey.
Entendámonos bien: los extremos nunca son buenos y los límites son necesarios.
Un niño necesita que sus padres tengan autoridad y le pongan los límites que él no se puede poner porque su psiquismo no está aún desarrollado para hacerlo por si sólo. Esto no significa ser autoritarios. Es, simplemente, entender que:
- Nuestros hijos necesitan vernos como padres y no como amigos (y esto no significa que no pueda haber diálogo y una buena comunicación). Los roles deben estar claros y la relación debe implicar una cierta jerarquía. Siempre hay una autoridad a quien se debe respetar. Los primeros son los padres, luego los docentes y mañana será un jefe o el mismísimo Estado Nacional.
- Es necesario decir que no. No a todo está mal. No a algo es sano y necesario. Nuestros hijos necesitan aprender, y que mejor que sea de nuestra mano, que muchas veces les dirán que no y las cosas serán complicadas. Esto hace que los chicos desarrollen una buena capacidad de espera y tolerancia a la frustración. No se puede hacer siempre lo que uno desea y cuando lo desea. Esto les enseña a frenar los impulsos y permite que en un futuro no necesiten “escaparse de la realidad” porque no soportan la frustración.
Espero sus comentarios y/o experiencias!
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