¿Recuerdan
la lista de temas que se me ocurrió plantear en la Parte 1? Entiendo que, a
esta altura, estarán familiarizados con la idea de lo que quise que pensemos
juntos. Tal vez no sea necesario que mencionemos punto por punto. Dejémoslos
como disparadores para que cada quien piense por su cuenta y considere por
dónde “se le escapa la tortuga”.
El punto
era que pudiéramos visualizar cómo, muchas veces, estamos de rodillas, bien
sujetaditos, casi sin enterarnos. Ajenos en nosotros mismos. Y, si por
casualidad, tenemos un rapto de conciencia y la osadía necesaria para hacernos
algún tipo de pregunta…No todo queda resuelto instantánea y simplemente. De
hecho, se necesita mucho coraje para autorizarse a desear y hacerse cargo de lo
que resulte luego.
Una de las
cosas que más pesa es el miedo al fracaso. Sentirnos fracasados o ser señalados
como fracasados (según las expectativas sociales de la época) es algo que nos
aterra; y como el miedo paraliza, esa cuestión exitista nos deja como estatuas.
Si no alcanzamos los standards de acumulación de bienes, mal por nosotros. Si
no tenemos determinada cantidad o calidad de títulos, mal por nosotros. Si no
somos modelos, mal por nosotros. Si no tenemos pareja…
¿Queremos
todos los bienes que tenemos? ¿Vale la pena que nos sacrifiquemos por ellos? ¿O
simplemente somos títeres de una compulsión consumista?.
¿Quién nos
tiene que autorizar a no querer o no saber?.
Es común en
las consultas de adolescentes o jóvenes adultos que vienen en búsqueda de una
orientación vocacional, el juego de poder entre el querer y el deber. Lo que
les gusta en contraposición con lo que les da dinero, lo que desean los padres,
las elecciones vocacionales de los otros, etc. También está marcada la
preocupación por las “garantías de éxito”:“¿Y si lo que elijo después no me
gusta? ¿Y si no soy bueno en lo que elegí pero me doy cuenta después de 2
años?” Y no falta el sentimiento de que una vez que se eligió eso es tan
inamovible como la misma muerte.
La
felicidad no es un estado permanente. Son momentos que debemos procurarnos
conectándonos con nosotros mismos y con nuestros deseos para poder tomar
nuestras propias decisiones.
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