Si entendemos que la sexualidad, ese gran todo que abarca aquellos aspectos de los que hablamos en mi entrada anterior y más, está dada desde el principio de nuestra existencia, esto nos permitirá pensar nuestra propia sexualidad de otro modo y también la de los seres importantes que nos rodean (pareja e hijos). Tendremos que pensar con cuantas cosas cargamos de tantos años que a veces nos perjudican en nuestra capacidad de gozar plenamente nuestra sexualidad y también cuán importante es educarnos y educar (desde muy temprana edad) en este aspecto.
Cuando decimos desde el inicio, para el psicoanálisis, hay que pensar en un momento inclusive previo al nacer: el momento de “la concepción mental” de cada uno de nosotros, el momento en que aparece el “deseo de”. Fíjense que no digo de qué deseo se trata porque justamente ahí se encuentra el nudo central de la que será nuestra novela particular.
El deseo es algo tan individual qué, aún diciendo que vinimos a este mundo porque alguien deseaba un hijo, todavía no se aclara nada. Habría que preguntar para qué, por qué, que tipo de hijo (según la idealización), etc. Pero habrán visto que mi intención no es complicar lo que escribo con demasiada teoría. Van a tener que confiar en que la cosa es más o menos como les digo (aquellos que lo deseen me pueden solicitar que les recomiende bibliografía para profundizar). De modo que, según ese deseo gracias al cual vinimos a este mundo, es como se nos va a tratar: a nuestra psiquis y también a nuestro cuerpo.
No menos importante es de qué personas venimos, puesto que ellas son las que nos trasmiten mandatos, miedos, inseguridades, tabúes y varias cosas más que sabrán por experiencia propia.
Por lo tanto, muchas veces, si queremos reinventar nuestra sexualidad tendrá que ser cuestionando todo lo que les mencionaba y dándonos permisos. Para comenzar, hay algunos pasos que podemos seguir:
- Consultar a un profesional que nos ayude con las dudas, los miedos y hasta los prejuicios que podamos tener sobre ciertos temas. No por ser ya adultos el tema está cerrado y es inmodificable.
- Explorar nuestro propio cuerpo para conocernos y así poder saber lo que nos gusta y lo que no. Aquí entra el tema de la masturbación que, desde tiempos inmemoriales y aún hoy, es entendido como algo sucio, perjudicial, nocivo, etc. Si no hicimos primero el ejercicio de tocarnos y acariciarnos, a la hora de tener que compartir nuestra sexualidad con otro qué pasa? Cómo pedimos lo que nos gusta? Cómo decimos lo que no queremos? Qué tiene de malo darse placer y procurarse sensaciones agradables a uno mismo?
- Animarse a experimentar aunque más no sea, para empezar, en el plano de la fantasía. Las fantasías motorizan nuestro deseo.
En la sexualidad, no hay cosas que en sí sean buenas o malas. No hay cosas prohibidas. Lo que una persona haga con otra persona adulta, es parte de su intimidad. Ambos están (o deberían estar) en condiciones de aceptar o rechazar ciertas prácticas y en la medida que haya consenso, es asunto resuelto.
Seguimos en la próxima!
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