Cuando una persona tiene dificultades en alguna de las fases que conforman la respuesta sexual hablamos de disfunción sexual.
Las fases son: la fase del deseo, la fase de excitación, la meseta, el orgasmo y la fase de resolución. Son iguales para hombres y para mujeres, a pesar de las diferencias anatómicas y funcionales.
Una diferencia importante es que la disfunción puede ser frente a una situación particular, por un período breve o sostenida en el tiempo.
En la mujer, las disfunciones sexuales más frecuentes son:
- falta o disminución del deseo sexual.
- dificultad para excitarse
- la anorgasmia
- la dispareunia (dolor en la penetración y durante el coito)
- el vaginismo
Suele ocurrir que se presente más de una disfunción a la vez o que una cause otras disfunciones.
Las causas pueden ser psicológicas o físicas. Aunque los factores psicológicos suelen prevalecer, no se deben desestimar las cuestiones físicas que pueden generar malestar suficiente como para que el deseo sexual esté inhibido o el acto sexual no sea placentero. Por ejemplo: si una mujer tiene verrugas en el canal vaginal causadas por HPV (Virus del Papiloma Humano) esto puede causar desde molestias a un dolor intenso en el momento de la penetración o el coito haciendo displacentero el encuentro sexual.
Los factores psicológicos pueden ser muy variados. Influye la educación recibida (desconocimientos, tabúes), las experiencias emocionales y vinculares vividas anteriormente (experiencias traumáticas y relaciones conflictivas tanto a nivel pareja como familiar y social), y los miedos en relación a lo sexual (métodos anticonceptivos, temor a embarazos no deseados, temor al contagio de alguna enfermedad de trasmisión sexual, etc).
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