Tanto si hablamos de poesía como si hacemos referencia a la vida cotidiana, hay un vínculo insoslayable entre estos términos. Amor y locura, pueden ir de la mano.
Hay amores que “curan” y amores que “vuelven loco”.
Aún en patologías crónicas y muy graves, se puede hablar de curación en la medida que la persona logra tener una mejor calidad de vida, puede tener proyectos, mejorar su autoestima y quedar anudado de alguna manera a las ganas de vivir plenamente.
Amar y ser amado, contar con alguien nunca puede ser algo negativo.
Si retomamos a Freud, la salud, ese hilo que tantas veces parece ser tan delgado y endeble, tiene que ver justamente con la capacidad de amar, disfrutar de la sexualidad y trabajar con placer y plenitud. Todas aquellas cosas con las que podemos sublimar.
Pero así como hay amores que curan también hay amores que nos enferman, “nos vuelven locos”.
Relaciones en donde aquello que debería ser vivido con placer se torna patológico. Comienzan confundiéndose con relaciones de verdadero amor, entrega e intercambio entre dos personas para luego terminar con uno o ambos totalmente devastados.
Hay un sin fin de ejemplos de este tipo de relaciones. Celos, maltrato verbal, psicológico o físico, etc. La “enfermedad” de uno, otro o ambos queda pronto expuesta y más que en un enriquecimiento gracias al vínculo, se produce el empobrecimiento y el sufrimiento.
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